“Estamos decididos a hacer en España, lo mismo que se ha hecho en Rusia”.
Recuerdan nuestros lectores que la página "Testigos de la Fe - Primera Parte" terminaba con esas palabras entrecomilladas, y publicadas por el periódico "El Socialista" de aquella época. Basta recurrir a cualquier Hemeroteca para encontrar colecciones del citado periódico, y escritos del mismo estilo.
Ateísmo militante:
En Rusia durante setenta años se persiguió a la Religión, estaba prohibido hablar de Dios, se había impuesto por decreto el ateismo, era la Ciudad sin Dios. En España se infiltró el virus venido de la Unión Soviética, y quisieron imitar el estilo de aquel falso “Paraíso” del que el conocido Che Guevara dijo que “era un camelo”. En nuestras escuelas, los niños eran obligados a entrar en clase diciendo puño en alto: “No hay Dios”, y el profesor contestaba, “nunca lo hubo”. Todo lo que olía a Dios o a la Religión era perseguido y destruido. Los nombres de pueblos con título de santos eran cambiados por nombres soviéticos, así San Fulgencio se llamaba “UKRANIA DEL SEGURA”. El grito de “¡Viva Rusia!” era el preferido por muchos ciudadanos en lugar de vitorear a España.
Unas cifras de España:
De este modo, durante la II República, se fraguó el odio a Dios y a la Religión, en una nación de tanta raigambre religiosa y cristiana.
Así el año 1934, durante la revolución de Asturias fueron asesinados 34 sacerdotes, y del año 1936 al 1939, fueron muertos despiadadamente 12 obispos, 4.184 sacerdotes diocesanos, 2.367 religiosos, 283 religiosas y 43 seminaristas. Total: 6.923.
La cantidad de fieles laicos, de católicos ejemplares de todas las profesiones que fueron vilmente masacrados, supera a la de los sacerdotes y consagrados.
Nosotros, de nuestra Diócesis en una primera lista, hemos elegido para la beatificación, a 54 sacerdotes y 17 fieles laicos entre los que se encuentra un seminarista de 21 años.
Todos ellos fueron perseguidos y “asesinados por ODIO A LA FE”, como recordaba el historiador y periodista Dr. Don Cesar Vidal en su artículo en el periódico “La Razón” del 9 de julio de 2003.
Unos testimonios:
El historiador español Don Salvador de Madariaga escribió: “Los revolucionarios llevaban meses ensañándose con la Iglesia y sus sacerdotes. Nadie que tenga a la vez buena fe y buena información, puede negar los horrores de la persecución”.
El periódico francés L´Illustration de 5 de febrero de 1938 publicaba: “Su carácter antirreligioso es precisamente lo que desencadenó un vandalismo destructor contra esas obras de arte. Las degradaciones, mutilaciones, profanaciones no son debidas a ninguna acción de guerra... Los vándalos no han obrado por un inconsciente y brusco frenesí. Han recibido órdenes de los comités”.
H. Thomas escribió: “Posiblemente en ninguna época de la historia de Europa y del mundo, se ha manifestado un odio tan apasionado contra la religión y cuanto con ella se encuentra relacionado”.
“La persecución de la Iglesia Católica, escribió G. Payne, fue la mayor jamás vista en Europa occidental, incluso en los momentos más duros de la Revolución francesa”.
G. Jackson escribe: “Los primeros tres meses de la guerra fueron el periodo de máximo terror en la zona republicana. Las pasiones republicanas estaban en su cenit. Los sacerdotes fueron las principales víctimas del gangsterismo puro”.
¿Por qué...?
Una ambición internacional, una filosofía, una doctrina social equivocada predicada por agentes extranjeros, engañaron a las masas españolas, lanzando a personas sencillas a una lucha que creían de éxito seguro y definitivo. Da profunda pena pensar que hombres de buen corazón en tiempos de normalidad, se transformaron en auténticas fieras para sus vecinos, parientes y antiguos amigos. Mucho e intenso veneno les debieron inocular, para sufrir el cambio tan radical que les llevó a perder respeto a lo más sagrado y a renegar de todo el patrimonio de fe y sanas costumbres heredadas de las familias, en el ambiente de pueblos sanos y sencillos.
Lejos de nosotros dar juicios drásticos sobre actuaciones de los perseguidores y asesinos, sólo Dios sabe la verdad. Nosotros en esta sucesión de relatos, iremos dando a conocer los hechos y circunstancias de la muerte violenta de nuestros heroicos cristianos, teniendo por seguro de que en el cielo, verdugos y víctimas, en muchos casos, estarán unidos en la alabanza a Dios que sabe y puede sacar bienes de los aparentes males de esta tierra.
Han pasado más de 70 años.
Rogamos que los lectores que observen inexactitudes en el relato de la historia de cada mártir (teniendo en cuenta que no podemos ser exhaustivos), o que conozcan detalles no declarados en nuestra publicación, tengan la bondad de comunicarnos sus conocimientos y correcciones, con la seguridad de que serán tenidos en cuenta. Vaya por delante nuestra gratitud.