Benferri, hoy población en continuo crecimiento urbano, cultural y social, el año 1936 era un municipio de menos de mil habitantes, cuyas familias vivían del campo secano, pendientes de las escasas lluvias a veces temidas por sus avalanchas destructoras.
Tienen los hijos de Benferri la fama de ser muy inteligentes, muy trabajadores, y en general buenos cristianos.
La persecución religiosa desencadenada el año 1936 tuvo en quien cebarse, porque eran cuatro los hijos sacerdotes, tres fueron martirizados y uno escapó milagrosamente.
Los primos José y Mariano, el primero nacido el 9 de diciembre de 1875 y bautizado al día siguiente, y el segundo nacido el 2 de marzo de 1876 y bautizado el mismo día, desde los 11 años pretendieron ser religiosos franciscanos e ingresaron en el Colegio Seráfico de Cehegín de donde pasaron a cursar estudios en el Seminario de San Miguel de Orihuela.
Tras ser ordenados sacerdotes, Don José el año 1902 y Don Mariano el 1900, fueron destinados: Don José como coadjutor de Dolores y después párroco de San Bartolomé; Don Mariano, coadjutor de Hondón de las Nieves y tras concursar, párroco en propiedad de su pueblo natal (cura pilongo).
Los dos eran muy amados y respetados por sus feligreses hasta que llegó la revolución marxista con su implacable persecución religiosa.
Nadie se preocupaba tanto de que los obreros tuvieran jornal diario como su buen Don José, el Párroco de San Bartolomé, y lo mismo Don Mariano en Benferri. Pero el odio ciego, se atreve hasta con Dios, y después ya no hay respeto para nadie, nadie está seguro, pueden esperarse los más inauditos atropellos y aberraciones.
Durante la Segunda República, en ambos pueblecitos apenas si se notó cambio alguno en las actividades religiosas, pues hasta procesiones se hacían sin que nadie se opusiera, pero después de las elecciones del 16 de febrero de 1936, el ambiente comenzó a enrarecerse, y el grupo hostil a la Iglesia creaba dificultades crecientes para la celebración del culto, de modo que, un mes antes del 18 de julio cerraron la iglesia de Benferri.
Llegado el 18 de Julio, el párroco de San Bartolomé fue expulsado del pueblo cobijándose en su pueblo natal.
En San Bartolomé y Benferri saquearon los templos, destruyeron y quemaron las imágenes.
Don Mariano se recluyó en su casa parroquial pero viendo el peligro se marchó al campo con su familia y se escondió en un subterráneo de la finca llamada “Lo Ros”.
Don José también vivió un tiempo escondido, pero como los registros eran frecuentes y sufrían tanto por ello los familiares, Don Mariano espontáneamente volvió a su casa del pueblo, viviendo juntos ambos primos hasta que buscados huyeron por los tejados de las casas siendo perseguidos y tiroteados como si fueran alimañas.
Primero fueron encerrados en la iglesia con varios seglares, después en la casa parroquial convertida en prisión para sacerdotes.
Allí estaban Don Mariano, Don José,. Don Manuel Mira García y Don Francisco.
Entre sacerdotes y seglares eran 18 los detenidos.
Los comités de San Bartolomé y Benferri proyectaron hacer una matanza en la noche del 15 de octubre, pero cuando llevaban a las víctimas a los coches del “paseo”, dos de los presos, amparados en la oscuridad de la noche, huyeron por montes y barrancos.
Quedaron solo los dos primos para los que no hubo compasión a pesar de ser hijos del mismo pueblo.
Entre milicianos de San Bartolomé y Benferri, ellos durante el viaje hasta el Cabezo del “Mos del Bou” en Albatera, les recordaban episodios de su infancia, catequesis, primera comunión, la boda, etc.
Tan impresionados quedaron los verdugos de la caridad y mansedumbre de sus víctimas, que algunos fueron del parecer que no se les matara, pero la saña de otros se impuso, y tal vez por el remordimiento trocado en ferocidad, no sólo los asesinaron sino que mutilaron sus cadáveres cortando la lengua a Don Mariano, y a Don José las orejas y los órganos genitales.
Mientras corrían huyendo, primero cayó Don Mariano y Don José fue acribillado a disparos dentro de un hoyo en donde se escondió.
Vueltos al pueblo, los de San Bartolomé asaron las orejas de Don José y las comieron.
En Benferri, obligaron a los hermanos de Don Mariano, Luis y Manuel a que reparasen los baches de las calles, Luis llorando cumplió, pero Manuel se negó rotundamente aunque lo maltrataran.
Enterrados juntos en Albatera, acabada la contienda, fueron exhumados no encontrando más que trozos de huesos porque la tierra salitrosa los había descompuesto.
SANTA GLORIA HAYAN ESTOS MÁRTIRES DE SU FE.
Amén.