Siervo de Dios Luis Abad Navarro Párroco de Santa Ana de Elda. La compasión y el perdón para sus enemigos


Nacido en Novelda de padres cristianos y piadosos el año 1882. 

Realizó sus estudios en el Colegio de San José, de la ciudad de Murcia, donde dio evidentes muestras de sólida virtud y notable aprovechamiento literario. 

Ordenado de Presbítero el 1904, pasó a estudiar en el Seminario Metropolitano, de Valencia, donde consiguió el grado de Licenciado en Sagrada Teología. Poco después le encargaron de la Ayuda de Parroquia del Bto. Juan de Ribera, barriada extensa cercana al Grao, donde el celo sacerdotal de Don Luis realizó una excelente labor. 

Con estos relevantes méritos, el año 1922 se reincorporó a esta su Diócesis de origen, siéndole encomendada la Parroquia de Pinoso, en la cual, como en su anterior destino, su actuación parroquial fue digna de todo elogio. 

Esta ejemplar hoja de servicios a la Iglesia, movió al Obispo Doctor Irastorza a promoverle como Párroco de Santa Ana en la populosa e industrial ciudad de Elda. ¡Cuántos obstáculos hubo de superar; cuántos sacrificios de arrostrar y cuántos trabajos de realizar en el nuevo teatro de operaciones, difíciles de exponer en pocas líneas!

En su toma de posesión de la Parroquia, el día 13 de septiembre de 1929, pronunció estas palabras: “...Ofrezco mi cooperación entusiasta para cuanto redunde en beneficio de esta Ciudad a la que siempre he mirado con simpatía, por su naturaleza, por sus tradiciones y costumbres que tanto se parecen a las de mi Novelda natal. Desde ahora la considero con verdadero afecto por el vínculo espiritual que me une a ella, dispuesto a sacrificarme en todo momento en aras de su bien y prosperidad”. No imaginaba que este ofrecimiento sería aceptado por Dios.

Su labor como párroco fue intensísima, actuando en todos los campos de su amplio oficio de pastor. Pero a medida que pasaba el tiempo se iba enrareciendo la política nacional y también la municipal, sobre todo contra la Iglesia.(léase la Historia de Elda de D. Alberto Navarro, páginas 191 y ss.)

El 11 de mayo de 1931, como en toda España, en Elda se produjo el asalto a la iglesia parroquial destrozando y quemando cuanto la chusma encontraba a su paso, incluso las imágenes más queridas del pueblo cual eran las de sus Patronos.

El párroco, Don Luis, tuvo que sufrir en su persona el ser arrastrado por las calles principales, siendo maltratado de palabra y de obra, con insultos y burlas de la peor calaña. Para el buen sacerdote este comportamiento fue el preludio del calvario que sufriría después. 

El continuo crecimiento del ambiente tenso y enrarecido de Elda, con gran cantidad de atropellos, robos y asesinatos, hizo que fuera visitada por el Gobernador Civil y que intervinieran fuerzas del orden, incluso llegadas de Madrid. 

El templo parroquial de Santa Ana, sufrió el 21 de julio de 1936 el definitivo ataque, y no ya sólo para destrucción de objetos religiosos, sino para acabar siendo destruida, arrasada desde los cimientos. He aquí un exponente del furibundo odio de los envenenados enemigos de Dios y de la Iglesia en Elda.

Fueron muchos los detenidos por ser simplemente católicos o sacerdotes, sufriendo el famoso “paseo” que suponía la muerte violenta del detenido sin juicio alguno y la aparición de su cadáver en la cuneta de alguna carretera.

Aunque Don Luis Abad se aferraba a su parroquia deseando correr la suerte de sus fieles, a partir del 18 de julio de 1936, se le aconsejó que desapareciera de Elda, y eligió volver a su domicilio familiar en Novelda. Pero un grupo de milicianos de Elda, el 11 de agosto de 1936, le sorprendió en su domicilio, se lo llevaron y tras refinadas injurias le dieron muerte violenta dejando su cadáver junto al Camino Viejo de Elda a Petrel. La compasión y el perdón para sus enemigos, fue la respuesta de este siervo de Dios a tanta maldad. Sus restos descansan hoy junto a sus familiares en el cementerio de Novelda.

Los mayores, recuerdan al Siervo de Dios como una persona verdaderamente santa. Recuperados sus restos mortales, los fieles tomaron trozos de sus ropas y botones de la sotana, que guardan como preciada reliquia utilizadas para invocar su protección.
 
(Bibliografía: “Héroes de la Fe” del Dr. Espinosa; “Historia de Elda” de Alberto Navarro; “La persecución Religiosa” de Vidal Tur; Archivo provincial, etc.)
(Del Folleto de 61 páginas “Héroes de la Fe”, escrito recién terminada la guerra española, por el M. I. Sr. Don Joaquín Espinosa Cayuelas, Rector del Seminario Diocesano, que también padeció persecución y prisión).