SD JUAN RAMÓN GIL TORRES




El Siervo de Dios nació en Jumilla (Murcia) el día 11 de febrero de 1887; sus padres se llamaban Miguel Gil Hernández, de Benaguacil (Valencia) y Josefa Torres Jiménez, de Alcaraz (Albacete). Se desconoce la fecha del bautismo por haber desaparecido el archivo con la guerra civil. 

Contrajo matrimonio con María Santiago Aguilera, natural de Cuevas (Almería) en la parroquia de La Encarnación de Cuevas de Almanzora, el día 28 de diciembre de 1908.

Fue esposo fiel y buen educador de sus hijos. De su matrimonio tuvo cuatro hijos, llamados Josefa, Remedio, Miguel y Juan Ramón. 
 
La conocida trashumancia del pueblo gitano, explica los rápidos cambios de domicilio por su ir de aquí para allá, también debido a la profesión, en este caso la de tratante de ganado caballar.

De hecho, en nuestra investigación, el primer domicilio estable del Siervo de Dios con su familia, lo hemos encontrado en Salinas (Alicante), y de las dos casitas ocupadas, la última era la de la Calle del Picayo, desde cuya puerta se contempla toda la calle mayor hacia abajo hasta el Ayuntamiento y la plaza de la iglesia. Después se afincó en Monóvar, Cuevas de La Cenia Nº 6. Era hombre de muy arraigada fe cristiana y amantísimo de la Virgen. Cuentan en Salinas que su madre era muy piadosa. 
 
Por su profesión de tratante, como hemos dicho, era muy conocido en toda la comarca de Monóvar y pueblos cercanos como Pinoso, Algueña, Villena, Sax, etc. Asistía a las ferias de ganado de las provincias de Alicante, Murcia y Albacete.

Físicamente era no muy alto pero sí corpulento, moreno, bien parecido; siempre con su cayado en el antebrazo y pañuelo al cuello, unas veces blanco y otras negro, según las circunstancias. 

Hombre de palabra y muy honrado en los negocios. Un testigo muy cualificado de Monóvar ha dicho de él: “Era un hombre que en valençiá diguem que todo lo apreciaba perque sabía catalogar qui parlaba”.

Cuentan los testigos y así aparece en los documentos históricos consultados, que era hombre de bien, muy amable, a quien querían hasta los niños. Amigo de hacer favores, y por eso también los pedía y los conseguía con facilidad de las personas más distinguidas de la Ciudad con las que se trataba. 
 
¿Por qué mataron a Juan Ramón?

Ya en mayo de 1931, por exigencia de la II República Española, estaban prohibidas las manifestaciones religiosas callejeras. Juan Ramón, al parecer, no sabia nada de eso, como la generalidad de la gente sencilla de Salinas. 

El primer domingo de Mayo, por tradición inmemorial, tenía que salir la procesión de la Virgen del Rosario, pero el párroco indicó al grupo organizador que de procesión nada, porque el Señor Alcalde no se responsabilizaba de lo que pudiera ocurrir. 

Enterado Juan Ramón por los lloros de las jóvenes organizadoras, las consoló y les dijo que la procesión se haría, y se hizo. 

Delante iba él con su cirio y detrás de la Virgen puso a otro señor fuerte, llamado “Juan Culebra” a quien le había dicho: “Antes nos matarán a nosotros que puedan hacer daño a la imagen de la Virgen”. Se celebró la procesión y no ocurrió nada. Pero... el grupo antirreligioso le creó mal ambiente, se vio quizás amenazado, y, con toda su familia cambió de domicilio pasando a vivir a Monóvar, como ya hemos dicho.

Ya situado en Monóvar, se ganó pronto las simpatías de los vecinos y se hizo muy popular; fue conociendo las tradiciones y se aclimató bien en la Ciudad. Hoy recuerdan los testigos, que se trataba con las personas más distinguidas porque comprobaron su hombría de bien.

El día 16 de Abril de 1935, era Domingo de la Resurrección del Señor; en Monóvar como en toda España se celebraba la procesión del Santo Encuentro de la Virgen con su Hijo Resucitado. Ya hemos dicho de la prohibición de los actos religiosos públicos. Juan Ramón observaba cómo los elementos contrarios a la Religión, hacían burla de todo lo santo y frente a la religiosidad del pueblo se mofaban de que los católicos no pudieran hacer ese año la procesión del Encuentro. Nuestro gitano habló con el párroco (Don José Mª Amat) diciéndole que se debía hacer la procesión por las calles como siempre. El Párroco, prudente, se negaba. Desapareció Juan Ramón de Monóvar durante dos días, y a la hora de la procesión se presentó en la iglesia con un grupo de más de veinte gitanos fuertes, llevando en un brazo su tradicional cayado y en la otra mano un cirio alto y muy grueso que previamente había encargado. Viendo que la imagen de la Virgen del Remedio, Patrona de la Ciudad, estaba en la puerta del templo sin poder salir, Juan Ramón convenció al párroco comprometiéndose y asegurando una procesión en paz. Acto seguido se dirigió a la imagen de la Virgen sobre las andas, y le dijo en voz alta y emocionado, más o menos estas palabras: “Virgen Santísima, dicen que no puedes salir por nuestras calles como siempre, pues mira, si N. es el jefe de los socialistas yo soy el rey de los gitanos, te acompañamos y sales”.

Juan Ramón con su cirio, se puso al frente de la procesión junto a la cruz parroquial y los monaguillos; el grupo de gitanos tomó las andas con la Virgen y la escoltaban; al contemplar a la Virgen salir del templo, un “¡VIVA LA VIRGEN DEL REMEDIO! enardeció a todos los fieles que en masa esperan en la plaza, y la procesión del Encuentro se realizó en paz. 
 
Nuestro buen gitano, hombre de ardorosa fe, firmó con esa valentía su sentencia de muerte. 

Fue encarcelado, maltratado, y el día 22 de Septiembre de 1936 lo mataron cerca de la cuneta de la carretera de Monóvar a Novelda junto a otro buen católico de la Ciudad.

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