Pascual Oliván Palacios: Murió con el crucifijo en las manos


 

Murió con el crucifijo en las manos 
Texto tomado del libro" 180 Testigos de la Fe", del M. I. Sr. Dn. Federico Sala Seva, Canónigo de Alicante.

SIERVO DE DIOS PASCUAL OLIVAN PALACIOS
Beneficiado-Organista de la Colegiata de San Nicolás de Alicante

Natural de Logroño, Diócesis de Calahorra, nació en el año 1861. Educado en hogar profundamente cristiano, en su primera juventud, despertóse en él gran afición a la música, por cuyo motivo, o tal vez conveniencias familiares, trasla­dóse a Alicante, matriculándose en alguna de sus academias musicales para es­pecializarse en el piano. Pensando aprovechar sus cualidades en bien de la iglesia, cursó los correspondientes estudios, ordenándose de sacerdote en 1887.

En el mismo año, previa oposición, fue nombrado Beneficiado-Organista de la Colegiata de San Nicolás, cargo que desempeñó fielmente durante treinta años. 

La época musical de D. Pascual Oliván, fue realmente meritoria y en cierto mo­do heroica. 

Suprimida en 1869 por el Ayuntamiento de la «gloriosa» la subven­ción a la Capilla Musical de San Nicolás (fundada y mantenida por la Corporación Municipal desde 1600) actuó desde entonces en precario, mas a pesar de las difi­cultades económicas, continuó manteniendo el esplendor del culto, siempre dig­no, en tan insigne Colegiata. 

Maestros de Capilla como D. Vicente Crevea, D. Francisco de Paula Villar, D. Miguel Crevea, D. Francisco Senante Llaudes, D. Domingo Gisbert y D. Ernesto Villar Miralles, todos ellos expertos compositores, como lo muestra el Archivo Musical, continuaron la tradición secular. El último de ellos era, además, Director de la Orquesta del Teatro Principal, de la Acade­mia «El Estudio», Profesor de Música en la Escuela Normal del Magisterio, Acadé­mico Correspondiente de la de Bellas Artes de San Fernando y Director de varias bandas de música. Compuso más de un centenar de obras para orquesta, órgano, banda, coros, sexteto, etc. Todos nuestros insignes maestros de capilla encontra­ron en el experto organista de San Nicolás, D. Pascual Oliván, un excelente cola­borador a sus actividades, pues como se ha dicho, nuestro organista sintió y cultivó, desde pequeño, su gran afición musical.

Precisamente, al retirarse su gran maestro, D. Ernesto Villar (1914), nuestro D. Pascual dejó para siempre el órgano, siendo nombrado, por sus relevantes méritos, Beneficiado de Gracia por el gobierno español.

Hasta el año 1936, en plan de semijubilado, continuó prestando sus servi­cios en la Colegiata, supliendo cuando era necesario (ausencias y enfermedades) a sus sucesores en la dirección del rey de los instrumentos.

Al estallar la guerra civil en 1936, nuestro jubilado organista, que ya contaba 75 años, por razones de seguridad, se retiró a la pacífica aldea de Molins, cerca de Orihuela, en casa de los familiares de D. Tomás Doménech, antiguo Benefi­ciado de San Nicolás y muy amigo suyo. Le acompañó en dicho viaje el médico Dr. D. Alfonso Borja. Pero en la indefensa Vega del Segura no faltaban malhe­chores que actuaban con la mayor impunidad. Uno de ellos, el tristemente céle­bre «Pincelito», de Benejúzar, especializado en asesinar «curas» (ya que sacrificó a más de veinte), enterado por un «soplón» de Molins que había un sacerdote escondido, fue a por él.

A las 11'00 de la noche del 24 de agosto del citado 1936, el «Pincelito», con tres sujetos más, llamaron estrepitosamente en la supuesta casa, tras saltar la alambrada. Abrió la puerta el Dr. Borja, quien llamó a D. Pascual, que a la sazón dormía, y a quien buscaban. 

Obligados ambos (médico y sacerdote) a abandonar la casa y subir al coche, con la misma indumentaria que llevaban les condujeron a la carretera de Orihuela-Abanilla, donde vilmente les asesinaron, en las cercanías del Pozo de Los Roca, en el camino viejo de Redován. Don Pascual murió con un crucifijo en las manos. El poder de las tinieblas no respetó ni la ancianidad del sacerdote ni la inocencia del médico, totalmente ajeno a cuanto ocurría.



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