Nació en Novelda el día 24 de Junio de 1873 y bautizado al día siguiente en San Pedro de Novelda; de familia cristiana muy ejemplar, de muchacho ingresó primero en el Colegio de San José y después en el Seminario mayor de San Miguel de Orihuela.
Terminados los estudios exigidos, fue ordenado sacerdote el año 1902.
Fue agraciado con un Beneficio en la parroquia de Novelda con la obligación de celebrar en la cárcel los domingos y días festivos.
Más tarde fue nombrado coadjutor de San Pedro teniendo ocasión de realizar una gran labor en el Oratorio Festivo que había fundado el Arcipreste Don Alfredo Miller.
En esa misma institución fundó y dirigió con acierto la publicación titulada "El Mensajero del Oratorio Festivo", del agrado de mayores y pequeños.
Fue un entusiasta de las obras catequísticas, para las cuales gozaba de excelentes cualidades, ejercitándolas en el apostolado entre los niños y dedicándose a la enseñanza de estos pequeñuelos.
Pero de nada le sirvió, en este mundo, su fecundo apostolado a favor de los humildes, porque a los dos meses del comienzo de la guerra civil fue encarcelado como si fuera un malhechor... Como él preveía su destino, fue a despedirse del Señor Cura Párroco, Don Rafael Mira, y al despedirse le dijo:
"Con mi párroco voy hasta el martirio". Don Rafael le contestó: "Eso se dice pronto; ya veremos si llega el caso..."
El 25 de septiembre de 1936, al mediodía, fue encarcelado, y aquella misma noche asesinado con su párroco y con Don José Climent. Como todo fue tan rápido e inesperado para Don Juan, lloró en la cárcel antes de salir para el martirio, y Don Rafael le animó diciendo: "No llores: Un segundo, un tirito y a ver a Dios".
Enterrado en Monforte, acabada la guerra el 1939, fueron exhumados sus restos y llevados a Novelda.