Hijo de padres laboriosos y bien acomodados, naturales de Galicia, nació Don Fernando en 1870 en Orihuela, en cuyo Seminario con carácter de alumno externo, hizo la carrera eclesiástica con bastante aplicación.
Recibió el Sagrado Orden del Presbiterado el año 1893 y al siguiente fue nombrado Capellán de la Iglesia de la Merced, restaurada por la munificencia y desvelos del Rvdmo. Sr. Maura. Muchas mejoras y notable incremento recibió el culto de esta Iglesia durante el rectorado del Señor Bonet, hombre celoso y bien relacionado con familias ricas y piadosas.
Tuvo especial aptitud Don Fernando para las matemáticas, la cual unida a su inflexible carácter, le granjeó el acceso a varias administraciones públicas y privadas, siendo considerado en todas ellas como autoridad en materias financieras.
En su virtud el M. I. Sr. Dr. Don Andrés Die, siendo Vicario Capitular, lo constituyó Mayordomo del Seminario. El actual Rvdmo. Prelado lo nombró Visitador General Económico de la Diócesis, oficio que desempeñó con laudable fidelidad. También el matrimonio prócer: Don Pedro Soto y Doña Ana Cano Manuel lo nombraron albacea en su cristiano testamento, que él ejecutó después con sujeción estricta de la voluntad de los causantes. Estos también fundaron una decorosa Capellanía en la Parroquia de Santiago cuyo primer titular había de ser el Señor Bonet, quien posesionóse de ella en 1920.
Un sacerdote de estas condiciones no podía menos de despertar la codicia y el odio de los rojos, cuyos ideales eran la Religión y el capital: aquélla para destruirla, éste para arrebatarlo.
De hecho fue detenido el Sr. Bonet con mucho aparato de fuerza armada y lujo de precauciones en noviembre del 36; y luego puesto en libertad temporalmente, mediante una multa de muchas miles de pesetas, las cuales, una vez arrebatadas, otra vez lo encarcelaron y lo sacaron la víspera de Navidad de dicho funesto año para mayor ludibrio, al objeto de darle cruel muerte en las inmediaciones del cementerio de Crevillente, del cual fueron los restos mortales de la víctima trasladados al de esta ciudad con solemne pompa funeraria el 9 de julio de 1939.
(Del Folleto de 61 páginas “Héroes de la Fe”, escrito recién terminada la guerra española, por el M. I. Sr. Don Joaquín Espinosa Cayuelas, Rector del Seminario Diocesano, que también padeció persecución y prisión).
Recibió el Sagrado Orden del Presbiterado el año 1893 y al siguiente fue nombrado Capellán de la Iglesia de la Merced, restaurada por la munificencia y desvelos del Rvdmo. Sr. Maura. Muchas mejoras y notable incremento recibió el culto de esta Iglesia durante el rectorado del Señor Bonet, hombre celoso y bien relacionado con familias ricas y piadosas.
Tuvo especial aptitud Don Fernando para las matemáticas, la cual unida a su inflexible carácter, le granjeó el acceso a varias administraciones públicas y privadas, siendo considerado en todas ellas como autoridad en materias financieras.
En su virtud el M. I. Sr. Dr. Don Andrés Die, siendo Vicario Capitular, lo constituyó Mayordomo del Seminario. El actual Rvdmo. Prelado lo nombró Visitador General Económico de la Diócesis, oficio que desempeñó con laudable fidelidad. También el matrimonio prócer: Don Pedro Soto y Doña Ana Cano Manuel lo nombraron albacea en su cristiano testamento, que él ejecutó después con sujeción estricta de la voluntad de los causantes. Estos también fundaron una decorosa Capellanía en la Parroquia de Santiago cuyo primer titular había de ser el Señor Bonet, quien posesionóse de ella en 1920.
Un sacerdote de estas condiciones no podía menos de despertar la codicia y el odio de los rojos, cuyos ideales eran la Religión y el capital: aquélla para destruirla, éste para arrebatarlo.
De hecho fue detenido el Sr. Bonet con mucho aparato de fuerza armada y lujo de precauciones en noviembre del 36; y luego puesto en libertad temporalmente, mediante una multa de muchas miles de pesetas, las cuales, una vez arrebatadas, otra vez lo encarcelaron y lo sacaron la víspera de Navidad de dicho funesto año para mayor ludibrio, al objeto de darle cruel muerte en las inmediaciones del cementerio de Crevillente, del cual fueron los restos mortales de la víctima trasladados al de esta ciudad con solemne pompa funeraria el 9 de julio de 1939.
(Del Folleto de 61 páginas “Héroes de la Fe”, escrito recién terminada la guerra española, por el M. I. Sr. Don Joaquín Espinosa Cayuelas, Rector del Seminario Diocesano, que también padeció persecución y prisión).