Os ofrecemos el martirio de tres hermanos, dos sacerdotes José Luis y Ricardo y el de la hermana de ambos Isolina, naturales de Elda.
En concreto hoy os hablamos de Ricardo e Isolina por haber recibido el martirio en un mismo acto.
Ambos hermanos nacieron en Elda, Ricardo el día 23 de marzo del año 1876 e Isolina el 27 de abril de 1887.
Isolina era la menor de los hermanos y permaneció soltera. Ricardo, inclinado al sacerdocio, como su hermano José Luis, ingresó en el Seminario de la Purísima Concepción de Orihuela, cursando hasta el segundo de Filosofía.
Destacó por su piedad y aplicación al estudio. Sintiéndose llamado por Dios a una vocación más alta, previa licencia de los superiores, marchó al Seminario Misionero de Burgos, finalizando sus estudios y recibiendo la Ordenación Sacerdotal el 11 de abril de 1910.
En calidad de Misionero fue enviado por la Congregación de Propaganda Fidei a Méjico, en donde le dieron el cargo de Vicario de la Parroquia de San Andrés de Chalchicomula, Diócesis de Puebla, donde permaneció varios años. Pero desatada la cruenta persecución religiosa del presidente Plutarco Elías Calles, fueron expulsados todos los misioneros españoles e incluso cerrados los seminarios.
Regresado D. Ricardo a la Madre Patria en 1921, fue destinado a la parroquia de Chinorlet, y en 1925 a la parroquia de Elda para ocupar una de sus vicarías.
Al advenimiento de la República en 1931 sufrió el asalto de la parroquia, que posteriormente fue restaurada.
Al estallar el 18 de julio, con los ataques a las personas religiosas y templos, en unión de su hermana Isolina, que le cuidaba, huyeron a Alicante, ocultándose en un piso, pero descubiertos por algunos milicianos de Elda, al anochecer del día 9 de septiembre de 1936, irrumpieron en su domicilio, y les obligaron a subir al coche de la muerte, que les condujo al “Portichol” de Monforte del Cid. Junto a la carretera, asesinaron a ambos. A Don Ricardo le dispararon bajando del coche, y a su hermana que, asustada por el asesinato había gritado “¡Ave María Purísima!”, la remataron después, no sin antes haber abusado de ella, al decir de los pasajeros de La Noveldense que reconocieron a los dos hermanos.
Sus cadáveres permanecieron en la cuneta hasta ser recogidos por sus familiares. Heroico fin de un misionero y de su hermana, cuyo único delito era cuidarle.
Se desconoce hasta ahora el paradero de sus restos, aunque se nos dice que están en el cementerio de Elda.