ALONSO CASES VALERO del Circulo Católico Obrero de Orihuela


Alonso, Ildefonso de Pila, nació en la Calle Obispo Rocamora de la Ciudad de Orihuela, el día 27 de noviembre de 1908 y bautizado en la Parroquia del Salvador el uno de diciembre del mismo año.

Sus padres Alonso y Concepción, formaban un matrimonio huertano feliz en el Camino de Hurchillo, generoso con Dios en quien confiaban, y a quien dieron sin regateos ocho hijos de los que Alonso era el primogénito. El padre era un agricultor de prestigio en la huerta, cultivador de ricas cosechas. Creó florecientes viveros de hortalizas (pimientos, boniatos, berenjenas, etc.) que desarrollaba en sus cultivos familiares y vendía a otros cosecheros. Le ayudaban sus propios hijos, una vez alcanzada cierta edad.

El progreso de la actividad agrícola le condujo a la industria del pimentón convirtiéndose en exportador con patente para el envío de sus productos al extranjero; “La abundancia” era su marca registrada. La economía familiar era buena y el nombre de “Alonso Cases” sonaba entre los agricultores. De su hijo Alonso, decía que era para él sus “manos y sus pies”. 

Alonso aumentó su preparación académica con estudios administrativos, que empleó en los negocios familiares y en los suyos propios, pues su padre quiso que pronto se estableciera por cuenta propia. “Hijo, sabes que tenías razón”, frase que muchas veces escuchó el Siervo de Dios del padre aprobando sus opiniones; era joven pero con visión penetrante para la empresa. Persona sociable, le llevó a tomar como compañero de negocios a un tal “Pepito Medina Ferrándiz”, luego enfermo y destinatario de una carta que, interceptada por los enemigos de Dios, pudo colocarle en el punto de mira de los perseguidores.

Físicamente era un joven alto, de tipo elegante, siempre bien aseado, educado y muy afable. Con novia. Su popularidad pudo ser causa de envidias y malquerencias que luego debieron influir en su triste final.

Con muchos de sus amigos se unió al Sindicato Obrero Católico, fundado por el Vicario General Don Luis Almarcha Hernández y atendido por el heroico Don Ramón Barber, sacerdote instructor y confidente de aquellos casi mil hombres y jóvenes del Círculo Obrero Católico. 

No faltaban actuaciones alegres en los salones, sesiones de teatro como zarzuelas, dramas o sainetes, los Pastores de Belén, la Pasión del Señor, y siempre a beneficio de instituciones o actividades benéficas. En su casa guardaba muchos libros para atención de esas actividades.

Alonso, fue asumiendo las enseñanzas impartidas en las charlas instructivas de Don Ramón y crecía en el conocimiento y amor de Dios y de su Iglesia, cuya base había recibido en el seno de la familia. 

Hombre de transparencia cristiana en su vida ordinaria, fue indeclinable ante los cambios de rumbo de la política nacional que veía degradarse por momentos. 

No tuvo filiación política, pero firme en la limpieza de sus costumbres, insobornable en su amor a la Patria, llegó a decir ante testigos: ”Si la defensa de Dios y de España me necesita, aquí está mi cabeza”; y en la carta a su amigo Medina Ferrándiz escribió: “Están creídos que van a ganar la guerra, pero como van sin Dios, la perderán”.

SU HORA. Los milicianos registraron el domicilio sin respeto a nada; no lo encontraron porque estaba en la huerta. Se llevaron detenido al padre al “Orden Público” .

El hijo tenía que presentarse para sustituir al padre. Llegó el hijo, era el 13 de octubre. 

Al día siguiente cuando su madre y la hermana Teresa fueron a llevarle la cena al Orden Público, ya no estaba allí; fueron a la cárcel de la Mancebería, tampoco estaba. Estará en Alicante, dijo el guardia de puerta que, preguntó ¿Es usted su madre...? Vueltas a casa, la madre en llegando dijo a su esposo: “Alonso, ya no tenemos hijo”. Así fue. En la cuneta de la carretera de Abanilla estaba su cadáver. Lo había visto un transportista de vino. Era el 14 de octubre de 1936.

El Siervo de Dios les pidió el favor de que entregasen el reloj a su hermana; con desprecio lo tiraron al suelo. No aceptaron su última voluntad. “¡Viva Cristo Rey!” Fue el broche que cerró su vida. Lo mataron los disparos de tres sicarios (olvidemos sus nombres).

Su causa de canonización está en Roma. Lo mataron “por sus principios religiosos” . Así lo comunicó el Vicario General a las autoridades.