D. ANTONIO ALBALADEJO AGUIRRE Capellán de San Antón y Ermitas de la Huerta de Orihuela


Nació en Torrevieja el año 1877. Educado en el seno de un hogar cristiano y muy humilde, sintió a los 16 años la llamada de Dios al sacerdocio. Ingresó en el seminario diocesano de San Miguel iniciando los estudios establecidos para alcanzar la meta pretendida.

La pobreza de sus padres no les permitía sufragar los estu­dios del joven aspirante, y cual otro Martín de Porres, dispuesto a todo, aprendió el oficio de barbero y como tal fue admitido. 

En su carrera no conoció los recreos, porque los aprovechaba para ejercer su oficio, más siempre se mostraba alegre porque era feliz viviendo su vocación de semi­narista, siempre atento y servicial con todos.

Ordenado de sacerdote por el Obispo D. Juan Maura y Gelabert, fue destinado a Bigas­tro como Coadjutor de la Parroquia. 

Años más tarde, pasó a Orihuela, al Eremitorio del Barrio de San Antón; mas deseoso de vivir su ministerio con dedicación plena, solicitó y obtuvo del Superior el cuidado pastoral y catequético de varias ermitas de la Huerta distantes entre sí, como las de la Sagrada Familia y Media Legua del Camino Viejo de Callosa, y la del Corazón de Jesús del Escorratel, que llenaron de ilusión su quehacer sacerdotal. 

Com­penetrado con sus «feligreses», visitaba los enfermos, instruía a los niños y adul­tos, y organizaba las fiestas religiosas en las que nunca faltaba su entusiasta y fervoroso sermón. Sus pláticas con el ropaje de la sencillez, eran muy doctrina­les y se le escuchaba con gusto.
 
En el año 1927 fue nombrado Coadjutor de Torrevieja pueblo natal, don­de era apreciado y querido. Conviviendo con todos, en especial con las clases humil­des donde nació y siempre ejerció su apostolado, le sorprendió la revolución, encontrándose accidentalmente en Orihuela y refugiándose provisionalmente en el domicilio de unos parientes.

Denunciado y detenido por su calidad de sacerdote fue recluido en la pri­sión «sacerdotal», la del Colegio de Jesús y María de Orihuela, siendo asesinado con sus compañeros en la noche del 30 de noviembre. 

Un hermano suyo, fue a visitarle a la prisión y le dijeron que ya no estaba allí; fue tan grande el disgusto, pensando que ya no lo vería más, que volvió a Torrevieja llorando sin cesar. Así lo declaran sus hijos.

La revolución no perdonó a este hijo del pueblo que siempre vivió en pobre­za. Descanse en paz.