El Arcipreste de la parroquia de Santa María de Elche
Consultado el archivo del Colegio Español de San José en Roma, hemos conocido que el estudiante Don Bernabé del Campo nació en Gestalgar (Valencia) el día 31 de octubre de 1884. Al parecer, debido a la profesión de su padre, nació en aquel pueblo, pero el domicilio registrado en la misma fuente estaba localizado en la C/ Segura Nº 9 de Ayora (Valencia); de ahí que en nuestra Diócesis era tenido como natural de Ayora.
Ayora, aunque de la provincia de Valencia, estaba unida a la Diócesis de Orihuela por razones históricas que no son ahora del caso. Es el motivo por el que el joven Bernabé ingresó en el Seminario de San Miguel de Orihuela, y por sus excepcionales dotes de inteligencia y virtud, fue enviado a Roma en donde se doctoró en Teología por la Universidad Gregoriana.
Cuando volvió a España, ordenado sacerdote el 17 de julio de 1910, fue designado profesor de teología del Seminario Diocesano, cargo que desempeñó con singular competencia, ya que a su gran preparación unía verdadera pasión por el estudio.
Su figura humana imponía a primera vista por su altura, su calva venerable, con gafas, sumamente educado y afable con todos.
El año 1919, tras brillantes oposiciones, fue nombrado párroco de la Insigne Iglesia Arciprestal de Santa María de Elche, cargo de gran responsabilidad en el ámbito diocesano.
Devotísimo de la Virgen, tuvo especial preocupación por el desarrollo del famoso "MISTERIO", siendo él el presidente eclesiástico del primer Patronato y también del equipo artístico.
Con Don Bernabé cobró auge la piedad y la ya larga tradición litúrgica de la iglesia de Santa María, entonces como ahora, centro ejemplar de la devoción mariana.
Persona sin vinculación política, era amigo de hacer el bien solidarizándose con los que sufrían por cualquier causa, aunque se tratara de poner su firma para la excarcelación de unos vecinos de Elche, que habían sido privados de su libertad con motivo de los hechos de Jaca el año 1930.
Dice uno de los testigos: “Aunque yo era un niño, no puedo olvidar la tristeza, el temor, el desánimo que se apoderaron de los vecinos ante tan tristes noticias de "paseos" (así llamaban a los asesinatos de personas de orden, católicas, con bienes patrimoniales o sin ellos, ricos o pobres, patronos u obreros, sacerdotes o laicos). Fueron asesinados jóvenes de Acción Católica por serlo, padres de familia por asistir a Misa, esposas cristianas porque el cónyuge lo era. Se pasó mucha hambre física y sobre todo espiritual al verse la Ciudad privada de su alimento de predicación, sin sacramentos, con los templos incendiados, sobre todo la iglesia de Santa María en la que era párroco Don Bernabé. Los mayores de antes y los que aún viven, prefieren no recordar tan horrorosos años. Soy testigo de manifestaciones callejeras con pancartas y banderas rojas, cantando himnos de triunfo que eran de amenaza para la Iglesia y las personas religiosas. Soy testigo de muchas lágrimas amargas por el dolor inferido por aquél inmenso desorden”.
Prendieron fuego a todo lo sagrado de la Ciudad. Ante esta realidad, el Siervo de Dios, buscó la forma de escapar a la muerte huyendo a Orihuela y cobijándose en el Seminario, luego en su pueblo (Ayora), en otros pequeños pueblos, y por fin en Valencia en casa de un amigo sacerdote.
Lo prendieron en Valencia juntamente con su compañero sacerdote llamado Constantino Martínez el día 18 de octubre de 1936. Les tomaron declaración en el Gobierno Civil y los encerraron en la checa de la Calle del Grabador Esteve. Sólo estuvieron dos días arrestados. Lo mataron en la Cruz de la carretera de Paterna (Valencia), lo mismo que a tantas otras personas.
Según el Doctor Zahonero, antes de morir perdonaron y bendijeron a los asesinos. De hecho, cuando acabada la guerra, se les tomó declaración, uno de ellos dijo a la hermana del Siervo de Dios, "no llores, que tu hermano me perdonó y está en el cielo" ("Sacerdotes Mártires" del Dr. Zahonero Vivó, pag. 82, año 1951).
Después de setenta años, se le recuerda con devoción por aquellas personas que lo conocieron y trataron como pastor de la iglesia de Santa María.
En Elche tiene una calle dedicada.