Siervo de Dios, PEDRO MARTÍNEZ MONTESINOS Jefe de la Telefónica en Elche


“Pedro Martínez Montesinos, Hijo de José Martínez Gascón y de Francisca Montesinos Martínez, el cuarto de cinco her­manos, nacido en Espinardo (Murcia) el 21 de enero de 1897 en el seno de una familia eminentemente religiosa, de clase media, en la que se educó a los hijos para ganarse honradamente el pan con el sudor de su frente. 

Pedro era especialmente interesado en promocionarse, quizás por ello hizo sus estudios primarios con tanta aplicación, que pareciera que hubiera terminado el Bachiller. 

La intensidad religiosa de la familia era tal, que uno de los hijos murió joven en olor de santidad, otro siendo Concejal del Ayuntamiento de Murcia, tuvo la iniciativa de erigir un monumento a la Inmaculada Concepción, y allí está en la Plaza de Santa Catalina de la Capital del Segura, siendo objeto de culto el 8 de diciembre de cada año, y el resto de hermanos fueron dejando la vida con admiración para sus conocidos.

Trasladada la familia a Murcia, Pedro milita apostólicamente en las Juventudes Antonianas bajo la dirección de los Franciscanos; era miembro de la Tercera Orden Franciscana y de la Cofradía del Santísimo Sacramento, del Apostolado de la Oración y de la Adoración Nocturna.

El tesón del Siervo de Dios crecía con su edad, proponiéndose metas altas que trataba de alcanzar, para situarse dignamente en la vida. Así, publicadas por La Telefónica unas oposiciones, las ganó brillantemente iniciando muy joven una carrera que, ascenso tras ascenso le fue capacitando para altas responsabilidades.

En 1925 contrae matrimonio con Mª Teresa Sastre Laserna de la que tiene dos hijas (Josefina y Conchita) y un hijo, hoy Fray Pedro de Fátima, actualmente sacerdote franciscano, Teólogo y Canonista, profesor y varios años Provincial.

En marzo de 1935 es destinado como jefe al Centro de Elche (Alicante), una ciudad dominada por el anticlericalismo, el so­cialismo y el anarquismo. Como suele ocurrir, toda la dependencia se puso en alerta, había que conocer al nuevo Jefe, y lo conocieron porque era todo un caballero de talla irreversible.

Apenas llegado, se pone a disposición de los sacerdotes de Santa María y se inscribe para aportar económicamente a la Iglesia el entonces llamado donativo de "culto y clero". 

Ya el 20 de febrero de 1936, los revolucionarios incendian todas las iglesias y con­ventos de la ciudad. Entonces, toda la familia se traslada los domingos y fiestas a San Nicolás de Alicante para asistir a la Santa Misa, o bien a Crevillente. 

Sicarios le seguían todos los domingos para loca­lizar sus movimientos y acumular datos sobre su religiosidad. Había que "coger en la trampa" al murciano. En lo único que podían sorprenderlo, fuera de sus cometidos profesionales, era en actividades consecuencia de su fe. Ya su esposa, por el patio interior de la vivienda que estaba sobre las oficinas, había escuchado esta frase: "Eso se arregla con unos tiritos".

En casa se rezaba todos los días el santo Rosario en familia y se celebraba con familiar solemnidad el mes de mayo en honor de la Santísima Virgen y otras devociones.

En julio de 1936 es asaltado por los milicianos el Centro de la Telefónica y después de un jadeante interrogatorio, deciden llevárselo para fusilarlo. Mas, ante la actitud extremadamente dolorida de esposa e hijos, le dejan en arresto domicilia­rio fuertemente vigilado casi durante dos meses. En agosto son expulsados de Elche los dos hijos mayores, acusados de espías de su padre. La pequeña cuenta unos meses. En septiembre lo trasladan a la cárcel, unas inmundas mazmorras restos de un viejo palacio moro, donde padeció un verdadero martirio.

El 21 de noviembre de 1936, sin más juicio ni componendas, lo sacaron de la cárcel con otros tres presos, los subieron a un coche y se encaminaron hacia la carretera que lleva hacia Aspe, llovía torrencialmente. Un gran charco en el kilómetro Nº 11, obligó a reducir la marcha del vehículo y tuvo que parar. Dos de los detenidos, aprovecharon la confusión del momento con aquellos remolinos de lluvia y escaparon, uno carretera adelante que luego fue encontrado y fusilado, y el otro se lanzó por un terraplén cubierto de matorral con los que cubrió su figura, cerca del lugar de los hechos. Éste, que sobrevivió a la guerra civil escondido en Barcelona, acabada la contienda contó que, desde su escondrijo accidental, observó al Siervo de Dios bajado del coche, abrazando a un señor mayor que se había caído al descender. Así abrazados, los acribillaron a balazos, mientras gritaba un miliciano: "En adelante no oirás más Misas". La familia del que murió abrazado al Siervo de Dios (un farmacéutico de Elche de apellido Coquillat) recogió los cadáveres y les dio sepultura en su panteón familiar de Elche. En 1939, los restos de Pedro fueron trasladados al cementerio de Murcia.

El 3 de junio de 2005, fue presentada en Roma la documentación exigida para su beatificación.